Hongos tóxicos y venenosos: el delicado equilibrio entre belleza y peligro

Los hongos tóxicos cautivan por su belleza y misterio. Descubre sus principales especies, cómo se estudian en la micología moderna y qué revelan sobre el equilibrio entre naturaleza, conocimiento y respeto

EDUCACIÓN Y CIENCIA

10/15/20255 min read

Este contenido tiene fines informativos y educativos. No sustituye la orientación de profesionales en salud, ni promueve el consumo de especies silvestres sin la debida capacitación

¿Qué hace que un hongo sea venenoso?

En los bosques húmedos y sombríos donde el suelo respira vida, los hongos emergen como verdaderas esculturas efímeras de la naturaleza. Algunos nutren y curan, otros fascinan a la ciencia por sus propiedades medicinales… y algunos esconden un poder letal que exige respeto y conocimiento.

Los hongos tóxicos y venenosos representan uno de los capítulos más misteriosos de la micología moderna: bellos, hipnóticos y, a la vez, potencialmente peligrosos. Comprenderlos no solo es un acto de precaución, sino también de respeto hacia el delicado equilibrio ecológico en el que participan.

Un hongo se considera venenoso cuando produce metabolitos secundarios capaces de causar daño o incluso la muerte en animales o humanos tras su ingestión. Estas toxinas —como las amanitinas, muscarinas, orellaninas o giromitrinas— afectan órganos vitales como el hígado, los riñones y el sistema nervioso central, según reportes del Toxins Journal y el National Center for Biotechnology Information (NCBI, 2022).

Se han identificado más de 120 especies de hongos tóxicos en todo el mundo, aunque su diversidad en América Latina sigue siendo poco documentada (WHO, 2021). En Colombia, por ejemplo, géneros como Amanita, Galerina y Cortinarius han sido reportados en zonas de bosque andino con potencial riesgo para recolectores sin experiencia.

a group of mushrooms and toad toads on a mossel
a group of mushrooms and toad toads on a mossel

La toxicidad no es un accidente: forma parte de la estrategia evolutiva de los hongos para defenderse de predadores o competir por nutrientes.

Principales grupos de hongos venenosos

Aprende a reconocerlos para que evites confundirlos con sus variantes comestibles y libres de toxinas

Amanitas: belleza mortal

El género Amanita es uno de los más reconocidos por su combinación de belleza y toxicidad. Especies como Amanita phalloides han sido ampliamente documentadas por su impacto en casos de intoxicación alimentaria en el mundo (Toxins Journal, 2021).

  • Toxinas: amatoxinas, falotoxinas.

  • Efectos principales: afectan principalmente el hígado y el sistema digestivo.

  • Dato curioso: su aspecto elegante y color claro hace que muchos la confundan con hongos comestibles del género Agaricus.

Cortinarius: veneno que actúa en silencio

El género Cortinarius, con más de 2000 especies conocidas, incluye variedades como Cortinarius orellanus y Cortinarius rubellus, cuyo efecto tóxico puede tardar varios días en aparecer (Frontiers in Toxicology, 2020).

  • Compuesto activo: orellanina.

  • Efectos conocidos: puede afectar la función renal si se consume accidentalmente.

  • Relevancia científica: ha sido objeto de estudios sobre estrés oxidativo y fisiología celular.

Conocidas como “falsas colmenillas”, las Gyromitra esculenta pueden parecer comestibles, aunque contienen giromitrina, un compuesto que al metabolizarse genera sustancias con efectos adversos en el organismo (Food and Chemical Toxicology, 2021).

  • Compuesto activo: giromitrina.

  • Efectos conocidos: puede causar malestar si no se procesa adecuadamente.

  • Curiosidad: en algunos países nórdicos se consumen tras un proceso de hervido tradicional, aunque sigue siendo considerado un alimento de riesgo.

Gyromitra: el falso manjar
Hongo Cortinarius de color marrón rojizo en suelo húmedo, captado con luz difusa y textura de miceli
Hongo Cortinarius de color marrón rojizo en suelo húmedo, captado con luz difusa y textura de miceli

Hongos tóxicos en Colombia y Latinoamérica

El Instituto Nacional de Salud de Colombia (INS, 2023) señala que la recolección de hongos silvestres sin formación micológica adecuada representa un riesgo frecuente en zonas rurales y forestales.

En regiones tropicales como Colombia, Ecuador y Perú, existen especies menos documentadas que merecen especial atención por su potencial tóxico.
Entre las más conocidas se encuentran:

Amanita muscaria
Amanita muscaria
Amanita muscaria

reconocida por su característico color rojo con manchas blancas. Contiene compuestos naturales que pueden afectar el sistema nervioso si se ingieren, por lo que no se recomienda su consumo (Mycological Research, 2021).

Inocybe spp. y Clitocybe dealbata

especies que producen muscarina, un compuesto que puede causar reacciones fisiológicas adversas. Su estudio ha permitido entender mejor los mecanismos de interacción entre hongos y sistema nervioso (Toxins Journal, 2022)

especie asociada a malestares digestivos cuando se consume por error. Se diferencia de especies comestibles por el tono amarillento de sus láminas y su olor característico (Journal of Food Mycology, 2020)

Entoloma sinuatum

Entre el veneno y la ciencia: la frontera invisible de los hongos

La toxicidad de algunos hongos ha inspirado importantes avances científicos.
Las mismas moléculas que en determinadas concentraciones pueden resultar peligrosas, también se estudian por su potencial en biotecnología y farmacología experimental.

Un ejemplo es la muscarina, compuesta presente en especies del género Amanita, que ha permitido comprender mejor cómo funcionan ciertos receptores del sistema nervioso.

Del mismo modo, las amatoxinas —pese a su alta toxicidad— son objeto de estudio en el desarrollo de compuestos selectivos aplicables a la investigación biomédica (Nature Reviews Drug Discovery, 2022).

Esta dualidad demuestra que, en el reino fungi, la diferencia entre peligro y conocimiento útil depende del contexto científico y de la comprensión humana.

Educación micológica: la clave para prevenir intoxicaciones y conservar la biodiversidad

La educación micológica es una herramienta esencial para prevenir intoxicaciones y fortalecer la relación entre las personas y los ecosistemas.
Reconocer las especies, comprender su ecología y respetar su función en la naturaleza permite valorar el papel que los hongos cumplen como recicladores y reguladores del equilibrio biológico.

Lejos de ser “enemigos”, los hongos tóxicos forman parte de la compleja red ecológica que transforma la materia orgánica y mantiene la salud de los bosques.

En Europa, iniciativas como The Mycological Society of Britain promueven programas de aprendizaje que integran ciencia, arte y conservación.
En América Latina, movimientos micológicos en países como México, Colombia y Argentina comienzan a seguir este ejemplo, impulsando la identificación responsable de hongos silvestres y el turismo fúngico sostenible como estrategias de educación ambiental.

Observar un hongo en el bosque es contemplar una obra viva de la Tierra: algunos alimentan los ecosistemas, otros nos advierten sobre los límites del conocimiento humano.

Los hongos tóxicos, con su belleza enigmática, nos invitan a mirar más allá del miedo y a reconocer el equilibrio oculto que sostiene la vida.

Cada especie, incluso las más peligrosas, participa en el ciclo natural que transforma, nutre y renueva la materia. Comprenderlos es también comprender nuestra conexión con la biodiversidad y con los procesos invisibles que mantienen la Tierra en armonía.

¿Te atreves a explorar el mundo fungi y descubrir el poder oculto detrás de su belleza?